Aesop
Aesop Hwyl Eau de Parfum 50ml
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30 - 34
Piel combinada, Poros grandes
El hermano más oscuro de Hinoki de Comme De Garcon
Como hombre de unos 30 años con una colección cada vez mayor de alrededor de 20 fragancias especializadas, he desarrollado una fuerte afinidad por las composiciones fotorrealistas, aromas que evocan paisajes nítidos y vívidos. Me inclino por las flores verdes y leñosas con una estructura minimalista, y prefiero las que se despliegan con claridad en lugar de complejidad. El cedro es mi nota de referencia, y siempre estoy buscando algo sólido pero transportador. Este verano, me propuse encontrar una fragancia con un toque alcanforado con toques de eucalipto, algo refrescante y meditativo. Esa búsqueda me llevó al Hwyl de Esopo. Admito que parte de mi interés provenía de las comparaciones con el hinoki de Comme des Garçons, que había probado y disfrutado por su vigorizante apertura, parecida a la de un onsen, fresca, herbal y vigorizante, como entrar en una casa de baños rodeada de cedros excavada en la ladera de un bosque de colinas. Hwyl, por el contrario, se sintió más callado e introspectivo desde el principio. Comienza con un susurro de incienso ahumado y ligeramente medicinal, atenuado por una nota resinosa de color verde turbio que nunca se agudiza ni se levanta del todo. Tiene una cualidad húmeda, casi fúngica, interesante, pero nunca edificante. La longevidad es donde Hwyl sobresale. Permanece durante horas con una base estable y ardiente de cipreses, musgo y maderas secas. Pero mientras que Hinoki se sentía espiritual y centrado, un soplo de fría claridad, Hwyl se muestra más plano, más solemne y más pesado en la nariz. Carece de la precisión de un spa que estaba buscando, de esa exhalación mental y limpia. Lo que más echaba de menos era ese momento de luz inconfundible en Hinoki, un resplandor que Hwyl nunca alcanza del todo. Dicho esto, Hwyl no carece de atmósfera. Pinta un panorama inquietante: imagina una iglesia húmeda y abandonada en lo profundo del bosque por la noche. La lluvia se filtra a través de las vidrieras rotas. Entre las losas agrietadas brotan musgo y brotes verdes. El aroma del incienso apagado aún perdura en el aire, pero es débil, dominado por el silencio terroso del bosque que se apodera del espacio. Es hermoso en su decadencia, más una ruina sagrada que un santuario. Si esa escena resuena, Hwyl podría estar en tu estantería.